cine

EL CINE SIEMPRE ESTUVO EN NUESTRA MENTE AL ALCANCE DE LA MANO

domingo, 29 de abril de 2012

EL INFORME: "EL DOSSIER 51"



6 del 12 del 2009: El Dossier 51.
ORIGEN: departamento de películas olvidadas.
DESTINATARIO: Pensarconsecuencias.
09:00 h: información relativa a la portada del dossier 51:

Un triller negro de
MICHEL DEVILLE

Ganadora de 2 premios Cesar
MEJOR GUION
MEJOR MONTAJE

Festival de cine de San Sebastián
CONCHA DE PLATA
MEJOR DIRECTOR

Sindicatos de criticos
de cine de Francia
MEJOR PELICULA

Foto portada: primer plano recortado de una mujer no identificada, hablando por teléfono.

09:05 h: apertura y proyección del dossier 51.
10:30 h: localizo e identifico a la mujer de la portada. Se trata de una agente recopilando información.
10:53 h: fin proyección.
11:00 h: clasificación y análisis del dossier 51:
Inclasificable, por su original propuesta formal, atraviesa los géneros del drama, del negro y del thriller psicológico o de espionaje, hasta deslizarse en el terreno del ensayo experimental.

Una agencia de espionaje, sin identificar, se interesa por un diplomático y su nuevo destino con el fin de obtener en el futuro posibles ventajas comerciales.
Los planos iniciales aportan una relevante información sobre el objetivo y el protagonista, que en un principio parecen el mismo, pero que a medida que avanza el proceso de captación, se van distanciando cada vez más y el primero se hace más concreto y humano, mientras que el segundo se va volviendo más abstracto, hasta alcanzar (1)
11:15 h: el resto de la frase es información peligrosa, queda numerada y reubicada:
ORIGEN: Pensarconsecuencias.
DESTINATARIO: departamento spoiler.

La calculada planificación y el montaje de la investigación, dentro de la agencia secreta, es el guión de la propia película, sin la subjetividad del investigado, sin historias paralelas, ni cruzadas que pudieran aportar emoción o algún otro punto de vista, más allá del de los agentes o de lo inferido indirectamente de las entrevistas y documentos obtenidos.
De tal forma que asistimos, dentro de una fría y siniestra estructura burocrática, a una meticulosa cacería que comienza con la búsqueda a distancia de la presa y los primeros tanteos de aproximación, que salpicados de torpezas y sarcasmos parecen poner en peligro el seguimiento, para posteriormente ir ganando tal grado de precisión que (2)


                               
                           

11:30 h: CONCLUSIONES: 

 1º- Se aprecia la advertencia del efecto deshumanizador y manipulador de la entonces incipiente tecnología de la información, que aunque hoy parezca desfasada, mantiene la vigencia del mensaje.

2º- Ensayo del cine dentro del cine, por el original aprovechamiento de los métodos y hallazgos “cinematográficos” de la agencia secreta: casting de agentes, puesta en escena y ensayos de las estrategias que son a su vez grabadas con cámaras de video, elaboración de guiones, montaje y proyección de imágenes grabadas o fotografiadas y superposición del audio.


3º- Sobrecoge que la satisfacción que sienten algunos investigadores con sus brillantes estrategias y deducciones, junto con el placer primitivo de ir cercando a la víctima, sean las únicas emociones que parecen poder transmitir dichos personajes.

Si le añadimos el uso de un lenguaje deshumanizante y las referencias a la 1ª y 2ª guerras mundiales, parece que estemos respirando el mismo aire aséptico de “La cuestión humana” (Nicolas klotz, 2007). Muy lejos de la fabulación del héroe de “El show de Truman” (Peter Weir, 1998) y algo menos de las mutaciones personales de los protagonistas de “La conversación” (F.F. Coppola, 1974) y “La vida de los otros” (F. Henckel-Donnersmarck, 2006)
.


11:45 h: fin del informe “El dossier 51”.
ORIGEN: Pensarconsecuencias.
DESTINATARIO: departamento de películas para recordar.


DEPARTAMENTO SPOILER: (terminación de frases)

(1) la identidad de una impersonal sala de computadoras, con su amenazante sonido y su mecánico flujo de información. Al final nos despide el mismo rostro, la misma pantalla oscura del inicio, con una nueva misión.

(2) les permite, no sólo acercarse, sino establecer contacto físico.



jueves, 5 de abril de 2012

LOS GOLPES DE LA VIDA, "BREATHLESS"



Yang Ik-June, director, actor y guionista de "Breathless” empeñó algo más que su casa para poder producirla y semejante empeño dio vida a una película que desde el comienzo golpea al espectador sin miramientos, directa, seca y cortante te inmoviliza en el asiento.

Es, en sentido literal, impactante, la cámara no rehúye el cuerpo a cuerpo, el cara a cara, pegada a unos rostros en los que se aprecian cicatrices en la superficie de la piel y en la profundidad de sus gestos, todas las heridas sin cerrar, abiertas día y noche, alimentando inconfesables sentimientos de culpa, pérdida y soledad.

Si a este film le quitaran los diálogos se entendería perfectamente, pocas veces la violencia había encontrado un código visual tan complejo. Si las letras forman palabras y estas frases, en "Breathless” los signos de violencia articulan párrafos completos. Aquí la letra con sangre no entra, sino que sale y lo hace a borbotones, de tal forma que el grado de afecto en las relaciones se mide por la intensidad del golpe y en el lenguaje por el tono del insulto, donde las caricias son sólo una bofetada más suave y llamar imbécil un te quiero imposible. Y es en este aspecto, en el momento de seguir presentando la violencia desnuda o justificarla buscando explicaciones, donde al director le tiembla el pulso, donde genera dudas y la película corre el riesgo de caer en lo convencional o en fórmulas ya ensayadas.


En cierta medida y salvando las distancias, me recuerda al cine de Clint Eastwood, donde los personajes viven sumergidos en un entorno violento del que no saben cómo escapar y tiende a repetir el modelo paterno-filial, marcado por el aprendizaje del adulto que asume el rol de padre o protector sacrificado, guía del joven o niño y que en última instancia les permite a todos desbloquearse y evolucionar.

En mi opinión, esa vacilación del director no peca de exceso de sentimentalismo, pero ha podido restarle originalidad, y creo que estuvo cerca de haber conseguido una criatura única mezclando ese cine, el de familias disfuncionales del cine independiente norteamericano y el estilo insolente y novedoso del thriller coreano.

Aún así, el film es singular y nítidamente personal, cine asiático sin coreografías circenses, poéticas, elegantes o preciosistas, las peleas parecen de verdad, torpes, grotescas y contundentes: un golpe y al suelo y en el suelo más… no se libra nadie, víctimas y verdugos, cuyas vidas más que cruzarse se chocan, pero no salen despedidas, se necesitan unas a otras y, según se orienten, unas veces se atraen y otras se repelen.

Tres generaciones, dos familias y un amigo trazan las coordenadas de ese escenario, y sus destinos entrelazados los límites de un cuadrilátero donde se debate el protagonista en un continuo combate, que lleva al espectador contra las cuerdas, pero no hay forma de tirar la toalla, hay que aguantar, porque el realizador consigue el milagro de que no haya un momento en el que no flote la esperanza de la redención y el perdón. La violencia engendra violencia, pero puede convertirse en un círculo vicioso cerrado o en una espiral abierta, por donde alguien pueda encontrar una salida entre dos asaltos.
Estos se van sucediendo, y a medida que avanza la película adquiere una resonancia de huesos y vidas fracturadas, en la que todos van acumulando errores suficientes como para perder por puntos, si no lo habían hecho antes por KO.

jueves, 29 de diciembre de 2011

("PLACERES DESCONOCIDOS".......SUFRIMIENTOS CONOCIDOS)


En el colegio se aprende que la razón por la cual en las excursiones los profesores nos numeraban, era porque existía el temor de que alguno de nosotros se extraviase en un entorno desconocido. El mismo riesgo, parecen correr en esta película los jóvenes de la numerada 6ª generación de China, no sólo de perderse en nuevos espacios, sino de sentirse perdidos en un tiempo de poderosas transformaciones locales y globales.

Jia Zhangke se erige en un testigo plenamente consciente de lo excepcional de estos cambios y de la necesidad de registrarlos en el mismo momento en que se están produciendo, como capsulas de tiempo, sin mención expresa al proceso histórico del cual proceden (tradición milenaria y revolución comunista), ni al incierto horizonte al cual parecen destinados (modernidad y capitalismo no democrático), aunque las tensiones entre ambos son perfectamente reconocibles y determinen la vida de los personajes.

Son múltiples las encrucijadas que van tejiendo las, en apariencia, simples historias de este universo, donde todo se crea y se destruye a tal velocidad, que a sus habitantes no les da ni tiempo a transformarse, quedando atrapados entre un pasado al cual ya no pertenecen y un futuro al que no saben como acceder.
La fórmula empleada por el autor para conseguir transmitir ese efecto de tiempo suspendido es una sabia elección de escenarios propios del documental, en los que sitúa una no menos acertada ficción de dos jóvenes amigos que por la forma de afrontar ese dilema, personifican y materializan en sus diferencias, los dos extremos del mismo paréntesis temporal: 

                                     
PASADO (joven TRADICIONAL en la forma de vestir y peinarse, con una madre trabajadora estatal, montando en bici junto a su pareja formal con la que mantiene conversaciones sobre economía y estudios universitarios y una tensa represión sexual en un edificio con habitaciones donde se va a ver la tele …………… frente a la moda occidental, padre inactivo, montando en moto junto a su pareja sexualmente liberada, bailarina de música pop con la que se relaciona en una habitación de hotel convencional, del joven MODERNO) FUTURO.

En medio de ese paréntesis un montón de puntos en común: conflictos con los padres, paro generalizado, delincuencia, televisión omnipresente vomitando conflictos, megafonía estatal que vende el sueño capitalista y canciones que prometen mitos y placeres desconocidos, en un entorno físico de una ambigüedad desoladora, medio destruido, medio a construir y en una atmósfera contaminada donde paradójicamente el humo de los cigarrillos parece simbolizar lo único auténtico a compartir.

Asistimos a un film donde la sencillez de las imágenes y de los diálogos no oculta un talento inclasificable para dotarles de significado, revelación, sentido, humor y poesía.
Planos memorables que a pesar del abandono y la decadencia aparentes encierran una gran riqueza humana:

- El del viaje en moto de los amantes hacia ninguna parte, por una autopista gigante en construcción y en medio de la nada que parece no tener ni origen ni destino.


- El del vals de “Deseando amar” que sale de una de las habitaciones del edificio donde se cita la pareja políticamente correcta, subraya sutilmente una frase de la canción favorita de los dos enamorados: “el destino separa a los que se quieren de verdad”.
- EL del trayecto en autobús y uno de los besos más tristes de la historia del cine.
- EL de la referencia a sus dos primeras películas en DVD.
- El de los fuegos de artificio celebrando la designación de la sede de las olimpiadas evoca la frase del prestamista: “el arte crea el marco, la economía actúa en él”.
- El del diálogo desesperanzador con la masajista: "el futuro no existe", "aprender a vivir día a día es lo único que podemos hacer".
- EL del patético atraco con la detención del joven tradicional como metáfora del régimen del pasado y con el joven moderno escapando sin rumbo en una moto de estilo occidental que le deja tirado en medio del camino.

                                       

Resuenan los ecos de la humanidad fordiana, del neorrealismo de Rosselini (aunque aquí las ruinas entre las que caminan los personajes no son producto de una guerra contra un enemigo exterior, sino los escombros de una apuesta económica interna), de la habilidad para las críticas veladas del cine de Azcona y Berlanga, de los rebeldes sin causa del cine americano y de la capacidad de observar lo grande en lo pequeño del mejor cine asiático.

Cuando lo viejo no se ha difuminado del todo y lo nuevo no se acaba de manifestar, emerge un momento de indefinición de gran valor dramático y dará igual donde te sientes, siempre tendrás la sensación de vivirlo en primera fila, pues el verdadero milagro chino no es su crecimiento económico, sino el cine de Jia Zhangke.

martes, 9 de agosto de 2011

"FIVE", LA NECESIDAD DEL AZAR


De vez en cuando, se cuela en el circuito cinematográfico, alguna propuesta que reaviva el debate en torno a las cada vez más permeables fronteras entre las distintas formas de expresión audiovisual (ficción, documental, televisión, videojuegos, teatro filmado, video doméstico, animación, video-instalación, etc.), generando un mar de preguntas que cuestionan incluso la propia naturaleza del cine y los confusos límites entre arte e industria.
En ese sentido, “Five” es una de las apuestas más radicales que se han podido ver proyectadas en los últimos tiempos (de hecho no se concibió inicialmente para su exhibición en salas) y es muy probable que no hubiera podido disponer de semejante oportunidad, sino fuera gracias al prestigio internacional ganado anteriormente por su realizador con obras un poco menos arriesgadas.

Kiarostami ya partía en sus inicios de un cine en apariencia sencillo y práctico (que como en “Five”, encerraba ya una compleja propuesta teórica), con pequeñas historias de ficción a las que era capaz de dotar de tensión y realismo con un mínimo de recursos; pero aquí lo lleva al límite, prescindiendo de equipo, actores e historia, despojándose de todo hasta quedarse simplemente con el entorno, observando con paciencia sus cambios casi imperceptibles, seleccionando sus ritmos, a medio camino entre el azar de encontrarlos y la necesidad de buscarlos, los graba y los monta con apenas unos retoques de luz y sonido, en cinco largos planos secuencia que requieren de la misma paciencia y complicidad por parte del espectador.

Se trata de una obra “elemental” y "original" en el sentido más amplio y positivo de los dos términos: elemental porque a parte de su clara vocación de sencillez, juega con los cuatro elementos clásicos: agua (el mar, el estanque, la lluvia), aire (el cielo, el viento), fuego (la luz del sol, el reflejo de la luna) y la tierra (la arena de la playa, el pavimento del paseo), más un quinto: la vida, que atraviesa con cada una de sus manifestaciones (personas, animales y cantos) a los cuatro anteriores. Y original, no sólo por su planteamiento, sino porque es una filmación que nace directamente de esa doble mirada, sensible y comprensiva, en la que radica el origen y la esencia, no sólo del cine, sino de la mente humana.

Se suma, por tanto, a la teoría de que menos es más y que para captar un cambio mínimo hace falta prolongar el plano cinematográfico un determinado máximo, como en una rampa que cuanta más altura queramos alcanzar con ella, más largo tendrá que ser el plano inclinado y la distancia a recorrer, lo cual requiere un tiempo extra que se verá recompensado al final del esfuerzo.

Sin duda, hemos perdido en gran parte esa capacidad de quedarnos absortos viendo el paso de las nubes, las llamas de una hoguera, el fluir del agua en un río, un cielo estrellado o la caída de las hojas en otoño, debido al ritmo frenético y a la saturación inabarcable de imágenes impactantes que nos impone la vida moderna. En “Five” se nos invita a una singular sesión de talasoterapia, a una especie de balneario para los sentidos, donde recuperar esa calma en la mirada, necesaria para retener en la retina la huella del paso del tiempo. Y eso es todo... casi nada.

Si bien, pueda desanimar un planteamiento inicial tan escaso en activos, hay que decir que si se acepta el calculado juego que nos propone su autor, nos sorprenderá descubrir no sólo la belleza, sino el suspense, el humor y la tensión que pueden desprenderse de los pequeños acontecimientos que nos rodean y que subyacen en las coreografías de la Naturaleza. Acostumbrados a verla en el cine convencional como un personaje más que subraya las emociones de los actores, aquí es la protagonista absoluta, capaz de sugerir por sí misma películas y géneros:


SECUENCIA 1ª.” Titanic”. (Melodrama).
El mar quiebra inesperadamente lo que parecía irrompible y dos fragmentos que antes habían estado unidos como amantes, se separan para siempre, uno queda inerte mientras el otro se aleja flotando en las aguas.


SECUENCIA 2ª. “Los lunes al sol”. (Realismo social).
Gente ociosa cruza sus vidas, con el mar y el cielo como telón de fondo.


SECUENCIA 3ª. “Muerte en Venecia”. (Romántico).
En una playa unos seres se observan incapaces de ocultar su excitación, tras sus indolentes movimientos y bajo una intensa luz solar blanca que funde el plano y confunde sus formas.


SECUENCIA 4ª. “Charlot en la playa”. (Comedia).
Esos andares de pato, esas persecuciones hacia un lado y vuelta para el otro, atropellándose, ese irresistible caos.
SECUENCIA 5ª. “La noche del cazador”. (Suspense musical).
En la noche se desliza el frágil reflejo de la luna en el agua como una barca entre la calma y la tormenta, acompañada de los cantos de las ranas, insectos y aves que habitan sus márgenes, hasta que nace un nuevo amanecer, un viejo final y la misma esperanza de siempre.

domingo, 13 de febrero de 2011

"COMO ENTRENAR A TU DRAGON" OCULTO

A mis hijos
Me gustan estas películas valientes que empiezan fuerte, con toda una batalla campal que, como los buenos fuegos artificiales, sabemos que terminará con una traca final aún mayor. En unos primeros minutos fantásticos, llenos de acción, son capaces de ir presentándonos a todos los personajes principales quedando perfectamente "dibujados" en pantalla, y lo logran sin perder en ningún momento el ritmo del enfrentamiento, manteniendo una difícil tensión entre cómica y dramática en un tono que nos va avisando de que estamos ante un trabajo con cualidades de buen cine.

Sabemos que nuestro joven protagonista tiene abiertos varios frentes, tan ancestrales como aquellos que confrontan a generaciones de hombres y dragones: el amor... hacia una joven guerrera, la frustración... por sus límites físicos, la decepción... indisimulada de su poderoso padre, la burla... de sus compañeros de edad, la desconfianza... y sobreprotección de los adultos que le rodean. Cierto, no es capaz de sostener un arma de combate, porque como a Vicky el vikingo, pronto descubrimos que su corazón enamorado, más tenaz que valiente, riega su cerebro en mayor medida que sus músculos y que aún le queda someterse a uno de los retos más grandes de su vida: la primera y vital elección que plantea este film, aquella que nos enfrenta a nuestros mayores miedos, y da la medida de lo que somos y lo que podremos llegar a ser, arriesgándolo todo por una corazonada, demostrando que verdaderamente la inteligencia es emocional. La segunda le llevará a decidir entre el reconocimiento de los demás o el autoconocimiento, entre lo que nos han enseñado o lo que descubrimos por nosotros mismos, entre lo que esperan los demás de nosotros o lo que creemos que es ético o justo.
 
Aunque a veces la distancia entre ellos parezca insalvable, todo adulto lleva dentro de sí un niño, y todo niño oculta un dragón que hay que entrenar, para que le ayude a salvar los obstáculos y no a chocar con todo lo que se le ponga por delante, de la misma forma que un joven lleva un adulto que en algún momento tendría que salir. En el corazón de esta película laten todas estas pulsiones y, como decía, hay un momento decisivo en que parecen detenerse, dándose cita en un mismo escenario todas esas líneas de fuerza; es un instante de gran valía ética y valentía pedagógica, en el que el joven protagonista se debate preso de sus lazos biológicos, familiares y culturales, entre sus viejos anhelos de gloria en la batalla y las nuevas lecciones de solidaridad, en busca de una salida revolucionaria al borde del sacrificio, para luego continuar de una forma más convencional, en una tercera elección ya dentro de la épica heroica, pero sin dejar de mostrarnos detalles de una decidida voluntad de superación tanto individual como colectiva y apostando por los jóvenes como responsables de un difícil, pero necesario y liberador cambio de visión.

En la actualidad, creo que esta película aporta, no sólo, un entretenimiento para distraernos del pesimismo reinante, sino también una lectura positiva de las nuevas relaciones que pueden nacer en tiempos de dificultades, y en la necesidad de arriesgar y dar una oportunidad a los valores que llevamos dentro y que quizás podemos llegar a reconocer en los demás, entrenando nuestros pequeños miedos, aún sabiendo que siempre existirá ese pulso contra el gran monstruo devorador que se esconde en lo más profundo, tras espesas nieblas de desconfianza y desconocimiento.

Sí, esta película basada en el libro infantil de Cressida Cowell, nos habla de valores como la amistad, el esfuerzo en equipo, la aceptación integral del ser querido y la superación de la discapacidad, pero no hay que engañarse, aquí también se viven la aventura y el romanticismo puros, haciéndonos volar al son de una emocionante banda sonora compuesta por John Powell, arriesgando nuestras vidas entre abismos al borde del mar, alcanzando el cielo más allá de las nubes, y arrastrándonos al infierno dentro de la tierra, a lomos de lo más oscuro de la noche que puebla nuestra imaginación y las más antiguas mitologías.

Últimamente en el cine se han visto muchas variantes de alianzas entre jinetes y dragones: la de “Las crónicas de Narnia: la travesía del viajero del alba” o las de “Avatar” que recordaban a las de “Dinotopía”, pero ya en la antigüedad existían simbiosis de esta naturaleza, como en la mitología china donde el dragón simbolizaba ese ser intermediario que posee la doble naturaleza capaz de resolver los opuestos, dominar los cuatro elementos y servir de montura al inmortal Huang-ti para subir al cielo. Los propios vikingos navegaban a lomos de los barcos llamados drakkars (dragones), cuyo mascarón de proa representaba una cabeza de dragón, e incluso en la misma mitología nórdica, héroes como Beowulf o Sigfrido, lucharon contra dragones que custodiaban tesoros.

La riqueza que atesora el dragón protagonista de esta película no está guardada ni en cofres, ni en grutas, sino en su interior, y se abre al contacto de una mano tendida entre el niño que se muere de miedo y curiosidad y el adulto que nace para demostrarnos una vez más el valor de la amistad, y que ésta se encuentra allí donde menos te lo esperas.

martes, 1 de febrero de 2011

"MATCH POINT", SET POINT

En general, el ritmo de producción de la mayoría de los realizadores es bastante desigual por factores que a veces tienen que ver más con la suerte que con el talento, aunque existen algunos cineastas de gran regularidad a la hora de hacer películas, que como las Olimpiadas celebran una cada cuatro años, o como el Europeo de baloncesto, cada dos, pero hay uno que es como los grandes torneos de la historia del tenis con una entrega por año.

Woody es realmente único y después de una larga carrera compitiendo en la moqueta de EE.UU. se decide a probar suerte en otra superficie y en terreno europeo, cambiando la cuna del jazz por la de la ópera, y ciertamente esta película suena diferente y despliega otro tipo de habilidades para los enfrentamientos dramáticos que parecen alejarse de la influyente escuela sueca de Bergman.

Dejando a un lado su potente destreza para ganarse la sonrisa del público, carga todo su juego en los reveses del destino y los golpes del azar, se toma el partido muy en serio, sitúa a Dostoievski como manager en la grada y cede la raqueta a un joven con un estilo más agresivo (realmente muy agresivo) que sabe emplearse físicamente cuando la situación lo requiere, pero que basa su estrategia en una técnica tan depurada como calculada, sin renunciar al juego sucio y a la de suerte de los campeones.

El ritmo de partido es el de las grandes citas, ganando en emoción en cada tanto y deseando ver la repetición de algunos memorables, con intercambio incesante de dilemas impactantes que sólo un ojo de halcón como el de Allen puede situar en la misma línea que divide lo bueno de lo excepcional, consagrándole, una vez más, en el Torneo de Maestros.

Trata de cuestiones que flotan en el aire sobre una red que no está destinada para protegernos de la caída en las tentaciones, sino como divisoria de dilemas morales (bien/mal, fidelidad/infidelidad, culpa/liberación) y existenciales (voluntad/destino, azar/necesidad, éxito/fracaso).Como el resto de esta crítica, que roza el spoiler y cae de su lado.


Woody ya había tratado alguno de estos temas, que dan tanto juego, en "Delitos y Faltas" a finales de los 80, alternando el drama y la comedia con su maestría de siempre y se nota que el director ha tenido reflejos a la hora de actualizarlos. En aquella, el protagonista es un hombre mayor (Martin Landau), de alta posición social, con una amante que empieza a poner en peligro su seguridad familiar y decide eliminarla. Vendría a ser el suegro acomodado de Match Point, que en este nuevo trabajo es simplemente uno más de los que aplauden los éxitos de este lobo sin escrúpulos con piel de cordero, una joven promesa de apariencia encantadora por la que merece la pena apostar.

Pero la mayor diferencia la encuentro en el final de ambos films: Landau ha superado sus conflictos morales, su culpa y desde un desencantado nihilismo contempla el fin del partido; mientras, Jonathan Rhys Meyers no está alegre, ha ganado, simplemente, un Set Point y lo sabe, su partido continúa y ya no domina el juego. Volverá a la misma oficina que le ahoga, a su rutinaria sexualidad, con un hijo que deseaba sólo su mujer y que le recordará irremediablemente al otro, y por ende, a su verdadera pasión, posiblemente junto con algo mucho más asfixiante: el sentimiento de culpa.

Quizás no lo pretendiera Allen, pero su atrevido jugador de tenis después de ganar el Tie-Break, la Muerte súbita, se ha convertido en la pelota. Los que están contentos, ríen y celebran una victoria, mayor de lo que ellos se imaginan, son sus engañados suegros, mujer y cuñados que le han permitido convertirse en lo que ahora es: un padre de familia tradicional burguesa, respetable y preparado para garantizar la continuidad del imperio familiar y los privilegios económicos y culturales de su status social. Los que han perdido, y lo han perdido todo, son su amante y el hijo que llevaba en sus entrañas, aspirantes a nada, perdedores, pero capaces de estimular la naturaleza más vital del protagonista.

A un lado de la pista de juego, el pequeño apartamento de los suburbios de Londres y al otro, el lujoso loft del centro, en medio un abismo y una ventana (la red) a la que se asoma una pelota vacía con mirada perdida, que se encuentra caída del lado de los "triunfadores".